Orina sobre Afganistán

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Dedicado a mis colegas internacionalistas.

A pesar de entender bien la sensibilidad del tema dentro del contexto de negociaciones de paz con aras de dar fin a la invasión de Estados Unidos en Afganistán, no puedo evitar hacer una reflexión en torno al hecho de que lo que hoy se repudia en los noticieros y pláticas de café (leer abajo) es el resultado de un escándalo mediático en lugar de un verdadero cuestionamiento al problema de raíz.

Hablo del desborde en investigaciones, declaraciones oficiales y descalificaciones en las redes sociales que surgen cuando se filtra un video que muestra a marines estadounidenses orinando sobre cadáveres de combatientes afganos.

Para quienes no lo han visto o requieren revisitarlo, me refiero a estas imágenes (que advierto pueden ser fuertes para algunos… no las vean enfrente de sus hijos de 8 años):

Quiero dejar algo en claro: en ningún momento estoy validando los actos mostrados en las imágenes. Simplemente creo que vale la pena discutir por qué hacemos ruido por esto pero se cuestiona de manera tan ligera la naturaleza del conflicto, la prolongación del mismo, así como las muertes civiles resultantes de él y declaradas “daño colateral” para no herir susceptibilidades.

Oficialmente, la guerra inició en Octubre del 2001. A más de 10 años de violencia, de romper con los tratados internacionales, de destruir físicamente a un país y de endeudar al punto de quiebra a otro, del deterioro en las visas de millones de civiles forzados a vivir en un país inmerso en conflicto armado que no entienden, ¿el mundo se alarma por este video?

Entiendo que en pro de una resolución diplomática al conflicto el gobierno estadounidense lamente el hecho y diga que está buscando a los responsables. Lo que no entiendo es a una sociedad global que exige “justicia” porque tuvo acceso a un video de YouTube. Me parece tan torcido como Michele Bachmann diciendo que el gobierno iraquí debería pagar reparaciones a Estados Unidos por los costos de invadir dicha nación… pero volvamos al tema de Afganistán y el video de los marines…

La guerra es sin lugar a dudas una de las actividades humanas más deplorables que uno podría imaginar. Aun cuando la causa para llegar a la guerra pueda considerarse gloriosa (pienso en héroes que logran una independencia o revolucionarios que buscan liberarse del yugo de un opresor), tengo que decir algo que es evidente pero aparentemente olvidamos: la guerra es una dinámica a través de la cuál justificamos llevar nuestra existencia como individuos a lo más salvaje y animal de nuestro ser. Es el proceso por el cual nos permitimos romper la regla de oro de la convivencia social (tratar a los demás como quisiéramos que nos traten) y nos convencemos de que la persona a la que me enfrento tiene menos derecho a vivir que yo. Es un acto por el cual me permito quitarle la vida a alguien para lograr los fines que considero “buenos.”

Menciono todo esto por el hecho de que la preparación para la guerra tiene importantes componentes de adecuación a los procesos mentales que tenemos naturalmente como seres humanos. Previo a luchar, el combatiente es preparado psicológicamente para permitirse deshumanizar al enemigo de tal manera en que no le guarda respeto alguno. De esta manera es que se prepara “mejor” para poder jalar el gatillo sin remordimiento y con la velocidad necesaria para ser más efectivo que la persona que lo enfrenta (que a su vez comparte esta visión respecto al otro). Insisto, no es un estadio agradable y no es que quiera celebrar lo visto en el video o la mentalidad del soldado en guerra, pero es bajo esta lupa que hay que verlo para poder juzgar sin distorsiones. Considero difícil si no es que imposible, pensar que un soldado al que sistemáticamente se le ha llevado a deshumanizar al enemigo, de repente se le exija respetar un cadáver que representa el éxito de haber cumplido con sus objetivos.

En relaciones internacionales históricamente hasta la guerra es normada, por lo menos de manera conceptual. Se habla de ciertas “cordialidades” que reglamentan las interacciones de guerra, tales como el respetar a los elementos de la Cruz Roja Internacional, el uso de fuerza, la legítima defensa, los acuerdos de cese a fuego, etc. Sin embargo, esos principios (aún en medio de un escenario en que la gente está tratando de arrancarle la vida al otro) pintan un mundo que desde hace mucho no existe, mucho más en conflictos en que los combatientes no son actores bajo el primer paradigma de las RRII (naciones estado). En conflictos como el de Afganistán no hay jurisprudencia internacional, ni reglas del juego ni árbitro calificado. Hay caos, anarquía, destrucción, dolor, y quebranto. Vaya, aun 10 años después se sigue debatiendo si Estados Unidos tenía en derecho internacional, bases para llevar a cabo la invasión (el Consejo de Seguridad nunca aprobó la incursión y diferentes interpretaciones de la Carta de Naciones Unidas ponen en tela de juicio si el caso fue uno de legítima defensa o no).

La guerra en sí representa un fracaso: simboliza la incapacidad de prevenir el desbordamiento de un conflicto por las partes involucradas. Si queremos responder a la pregunta “¿por qué los marines orinaron sobre los cadáveres?” dejemos la hipocresía aparte y aceptemos que es porque dentro del estado mental en que se encuentran ellos (y se encontraban seguramente también los cadáveres antes de volverse cadáveres), esto es perfectamente permisible y las autoridades que hoy lo reprueban, son las responsables por llevar a los soldados a dicho estado mental porque saben que es lo que necesitan hacer para tener mayor posibilidad de éxito ante sus objetivos. ¿Es esto un pensamiento agradable a enfrentar? Definitivamente no. Pero por lo menos es honesto.

Es honesto como lo es decir abiertamente que atacar Afganistán bajo la excusa de buscar desmembrar al Talibán porque es un grupo opresor y que hospeda al Al-Qaeda, es un acto de incongruencia cuando fue precisamente Estados Unidos el que le dio las armas a dicho grupo para llegar al poder durante la Guerra Fría.

Es tan honesto como cuestionar si la razón por la cual el conflicto en Afganistán ha durado tanto, es que la economía estadounidense tiene demasiado invertido en el dinamismo que la guerra provee a ciertas industrias y contratistas. Tan honesto como hablar del hecho de que la cultura del miedo que viene de propagar el conflicto es una manera de tratar de prevenir el estancamiento del gasto doméstico en los Estados Unidos.

Así que reprueben al meón, sin lugar a dudas… pero sepan que llevamos más de 10 años de orina sobre Afganistán y sólo porque se les ocurrió verlo en YouTube, hoy retwitean su descalificación.

Aspiremos a ser mejores, a estar más informados, a cuestionar el circo mediático y a alzar la voz en torno a lo más relevante. Aspiremos a esa madurez como sociedad civil en el mundo.

Y por favor, usemos los mingitorios.

2 thoughts on “Orina sobre Afganistán

  1. Alejandro Rodriguez

    La acción de los marines se puede explicar desde la óptica del adiestramiento de los efectivos, pero nunca justificarla o aprobarla. Sin embargo, el tema se dispara por el impacto (acaso tiranía) de la imagen, dejando de lado el análisis político-histórico del fenómeno de la intervención en Afganistán.

    Saludos!

  2. Monsi

    Concuerdo con tu texto Arjan y además si le seguimos escarbando nos da para más. En primer lugar cabe una revisión a los actuales tratados internacionales que ven por los procederes en las propias guerras y sus efectos en civiles, principalmente; así como una revisadita a las instituciones multilaterales e instancias de justicia internacionales que harían vinculantes a estos tratados (a quién le toca castigar a quién y si en verdad lo hacen). Las formas de guerra y las armas evolucionan, todo indica que la mente del ser humano no hace lo mismo.

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