A Focus on Security Sidelines Education in Mexico

Standard

Originally published by Americas Quarterly on Nov. 19th, 2014.

This was supposed to be a banner year for Mexican President Enrique Peña Nieto. In the last quarter of 2013, his party was able to push through what were then called historical structural reforms to modernize the Mexican education system and boost the national economy and energy sector.  If 2013 was the year for lawmaking, 2014 was supposed to be the year for implementing reforms and beginning to reap their benefits.

However, instead of the anticipated stability, the end of 2014 has proven to be one of most politically turbulent times in Mexico’s recent history. There are no stories of a buoyant economy or a modernized education system to speak of.  On the contrary,  a flurry of disturbing stories have dominated the Mexican news cycle: the state-sponsored mass murder in Guerrero;  strikes at the Instituto Politécnico Nacional (National Polytechnic Institute—IPN); protests and police violence at the Universidad Nacional Autónoma de México (National Autonomous University of Mexico—UNAM);  a railway contract scandalimplicating Peña Nieto;  and waves of viral videos showing police repression, abuse and violence throughout the country.

Against this clamorous background, the $4.7 trillion peso federal budget approved last week by Mexico’s Lower House of Congress allocates 188 billion pesos to police and security projects—a 3.3 percent larger investment than the government made in 2014. Congressman Pedro Pablo Treviño Villarreal, who presided over the budget committee, specified that a portion of these additional funds would help harmonize the police and security forces among the different states and municipalities of Mexico.

The sectors taking a hit in 2015 will once again be education and tourism. In 2012, Education represented 5.2 percent of the country’s GDP. The approved budget for 2015 drops this figure to 2.8 percent, and the Tourism Ministry will receive a 9.1 percent budget cut from last year.

That’s no surprise. With the Ayotzinapa tragedy still unfolding and both the rulingPartido Revolucionario Institucional (Institutional Revolutionary Party—PRI) and thePartido de la Revolución Democrática (Party of the Democratic Revolution—PRD) taking hard political hits, the Lower House decided to capitalize on the public’s concerns byraising the budget for the Victims Treatment Executive Commission from 186 million pesos to 958 million pesos—more than five times the amount proposed by the Executive Branch. Congressman Miguel Alonso Raya from the PRD said that the additional money will be used to set up an assistance fund for the families of victims of organized crime, but did not specify whether or not the families of the 43 student-teachers murdered in Guerrero would have access to the fund.

Meanwhile, the relative cuts in the education and tourism budgets stand as clear evidence that the budget is short-sighted, insofar as it focuses on throwing money at the manifestations of a problem instead of investing in long-term solutions to it. While energy and economic reforms were flying through Congress with relative ease last year, I pointed out the shortcomings in education reform, which are now beset with a lack of development funding.

Congresswoman Lucila Garfias has argued that deciding to allocate only 2.8 percent of the GDP to education reveals how little progress has been made: “When resources in the country are insufficient and the challenges are many, it is essential to prioritize the quality of public education. The decision to restrict these funds places the success of education reform at risk.” Another one of the few voices opposing the 2015 budget, CongresswomanLuisa María Alcalde Luján, chimed in to say that the composition of the budget was fueled by short-term electoral interests and that “…this budget, like the one for 2014, punishes our public universities, schools and research centers.”

It is easy to go for the apparently popular solution. It is easy to say that it is in public interest to favor short-term security over long-term education and job creation. Like many Latin American countries, Mexico is not free of populist rhetoric in its political class, regardless of which side of the political aisle you sit on. Unfortunately, the 2015 budget is once again a populist solution. And like Argentinian journalist Mariano Grondona once said, the problem is that “populism loves the poor so much, that it multiplies them.”

The PRI’s leader in Congress, Manlio Fablio Beltrones, called the 97.6 percent approval vote for the 2015 Budget “a historical consensus.” As long as fixing the education system in Mexico continues to be a lower priority, it is a historical consensus that should worry all of us.

¿Por quién votarías?

Standard

Hay muchos factores que determinan el voto de una persona en las elecciones presidenciales. Los factores son distintos para cada quién y tienen diferentes pesos.

En México hay quienes votan por el candidato y por su percepción de su “calidad humana” (sí, entre comillas porque la atribución a calidad humana de todo político que llega a estar en nivel de competir por un puesto de elección popular en México tendría que estar en tela de juicio).

Otros votan por la plataforma o proyecto de cierto candidato. Los que siguen esta vía generalmente acaban decepcionados al medir promesa contra mandato. Los políticos mexicanos son especialistas en promesas incumplidas.

Otros más favorecen a un partido en particular, ya que se sienten ideológicamente identificados con los valores que lo respaldan teóricamente. O en el peor de los casos los que votan por partido lo hacen “porque me gustan sus colores”.

Hay un grupo más que vota por “el menos peor”, evaluando implicaciones de la llegada de un candidato versus otro, la composición del Congreso con el que le tocará convivir y atendiendo fobias respecto a lo que sucedería en torno a un voto útil y sus intenciones de que cierto candidato no llegue al poder.

Y así como éstas, hay muchísimas más razones por las que definimos nuestro voto.

El día de hoy estuve pensando mucho en el momento político, económico y social por el que pasa México y me surgió un cuestionamiento que muchas veces he visto en los medios, pero que hoy más que nunca, me preocupa la conclusión a la que llego para responderlo:

Si las elecciones presidenciales fueran el día de hoy, ¿por quién votarías?

Me tocó ver los aciertos y desaciertos de dos Presidentes del PAN. Fui testigo de cómo desaprovecharon su ventana en el poder y no fueron capaces de contrarrestar o negociar con Congresos en los que no tenían mayoría. Vi la miopía detrás de su administración de una supuesta guerra contra las drogas y la manera en que el crimen organizado los superó sin vuelta atrás. No los culpo por la manera en que recibieron el país tras más de 70 años en los que más que pactar con el narco, se co-gobernó con él. Los culpo por su inhabilidad de transicionar a un modelo en que no nos diera miedo cruzar la puerta de nuestras casas. Me tocó ver cómo al ser derrotado y abrirle la puerta de regreso a la bestia, en lugar de reagruparse y armar una estrategia de concentración y fortalecimiento, el PAN se desmoronó al punto de que hoy no tiene un líder que pudiera considerar ni candidato ni presidenciable.

Me tocó ver al viejo PRI y al nuevo PRI. Me tocó ver la forma en que hoy “disentir” es una palabra prohibida en el Gobierno Federal. Me tocó ver el regreso y la exacerbación de viejos vicios y toxicidades de nuestra nación de antaño. Me tocó la dictadura perfecta reloaded y los escándalos con sus respectivos deslindes. Me tocó ver la represión en manos de un grupo que ha sabido estirar la liga y faltarle completamente al respeto a las personas que gobierna, llevándolas al punto del hartazgo y la frustración. Me tocó ver a este partido sembrando en las nuevas generaciones un nivel de alienación, resignación y rechazo al quehacer político que genera una completa desconexión e incapacidad de trabajo conjunto efectivo entre sociedad civil y autoridades.  Me tocó conocer niveles de descaro que no sabía existían en la condición humana.

Me tocó ver a un líder moral de un partido de izquierda decirle a su actual Comité Ejecutivo que debería renunciar y que su partido ya no sirve. Me tocó ver cómo de dicho partido emanaron personas que hoy son señaladas en Guerrero y Morelia como criminales y la irresponsable respuesta institucional a dichos señalamientos por parte del partido que los llevó al poder. Me tocó ver cómo al dejar de ser opción viable, uno de los mayores bastiones del PRD, hambriento y embriagado por su sueño de poder, decidió fundar un nuevo modelo de idolatría a su persona y propagar un discurso gastado y destructivo. Me tocó ver cómo el romanticismo detrás del pensamiento de izquierda hoy se traduce a facciones descarriadas, que aspiran a provocar mayor caos e inestabilidad con el único propósito de hacer así más probable su llegada al poder, por regla de eliminación.

Me toca ver los gritos y reclamos por justicia, así como las exigencias de renuncia al actual mandatario. Y no es que quiera que renuncie o que no renuncie esa persona por la que no voté y no votamos la mayoría de los mexicanos (con o sin fraude o monederos Monex).  El mayor problema es que HOY, buscando dentro del espectro partidista, simplemente no veo ni partidos ni posibles candidatos ni figuras presidenciables. Hoy en la clase política de México, ni siquiera encuentro al “menos peor.” Si las elecciones presidenciales fueran el día de hoy, ¿por quién votarías? POR NADIE.

Sí, sí me dueles México. Exactamente tres chingos.