México necesita aprender a ganar

Standard

Todavía se siente la alegría en todo México. El domingo pasado, logrando un resultado histórico, el equipo de fútbol de México le ganó por primera vez al equipo alemán, actual campeón del mundo. Aun en medio de uno de los periodos electorales más divisores de nuestra historia, en la penumbra de incertidumbre política y económica, plagados de problemas sociales en diferentes focos en el país, los mexicanos tuvimos un momento unificador de júbilo cuando el árbitro por fin pitó el final del partido. Nos colgamos de una afición compartida, por más trivial que sea, para orgullosamente celebrar ser mexicanos. Las gargantas se desgarraron con la emoción, la cerveza nos salpicó y sonreímos… pero también dejamos ver (y ante todo el mundo) que estamos muy lejos de saber ganar de manera correcta y respetuosa.

A continuación comparto algunas razones por las que creo que México necesita aprender a ganar:

  • Porque hay que tener sangre fría y analizar las circunstancias por las que ganamos. Alemania nos superó en lo físico en todo momento. No estaban acalambrados y no se veían cansados mientras que de manera muy honorable pero al mismo tiempo dejando en claro que no estamos cerca de ellos en términos de desarrollo de deportistas de alto desempeño, nuestros seleccionados tuvieron que exigirse mucho más para mantener el liderazgo mínimo de un gol y aferrarse a la ventaja mínima con las uñas. Alemania nos superó en posesión de balón y en tiros a gol. Nosotros corrimos con suerte y con un protagonismo notable de Memo Ochoa. El arquero de Alemania prácticamente no figuró en primer cuadro de ninguna cámara porque nuestras llegadas fueron pocas y las que eran claras de gol, no las supimos definir. No quiero menospreciar la hazaña pero deberíamos de ser honestos y celebrar que fuimos afortunados más que contundentes. De no haber sido así, el nerviosismo durante todo el segundo medio tiempo y los últimos momentos en que gritábamos “¡Ya pítale, árbitro!” no se hubieran dado.
  • Porque es sólo un partido en la fase de grupos. Sí, es el rival que en papel pinta más difícil y es excelente que se haya logrado este resultado, pero estamos festejando como si ya estuviera asegurado el pase a la siguiente ronda o si fuera una semifinal. Fue un partido, el primero de ellos. En el grupo F hay dos naciones que históricamente se han ganado respeto y no deben ser menospreciadas. Aún con esta importante derrota, Alemania es Alemania y Suecia no es un rival débil. Además, la arrogancia con la que Juan Carlos Osorio, Marco Fabián, Raúl Jiménez, Andrés Guardado y otros han tomado la victoria contra Alemania, fácilmente puede llevar a menospreciar a Corea del Sur como enemigo. Hay que ver las cosas en su debida proporción. Se ganó un juego y todavía falta mucho. Leer en diferentes periódicos el hecho de que después de un gol, el Chucky Lozano ya podría pensar en migrar al Barcelona pone en evidencia la urgencia de poner las cosas en perspectiva.
  • Porque hemos puesto en evidencia que no sabemos celebrar de manera responsable. ¿Por qué aplaudimos y nos compartimos por whatsapp de manera cómica videos de mexicanos portando los colores nacionales haciendo el ridículo en la nación anfitriona del mundial? ¿Por qué nos reímos al ver la manera en que los mexicanos hacen daños a propiedad pública en Rusia porque están “felices”? ¿o al ver mexicanos que han tomado en exceso, peleándose con otras personas en plazas públicas? Nos debería de dar un poco de pena el hecho de que en una celebración que debe de unirnos como naciones, nosotros somos “el borracho ridículo”
  • Porque hemos puesto en evidencia que no sabemos celebrar de manera respetuosa y con humildad. Creemos que meterle un gol a Alemania nos da permiso de gritarle PUTO a su portero y salir a las calles en Rusia a vulgarmente gritar que a Alemania “le tocó la de Zague”. Creemos que tenemos derecho de tomar la bandera de un contrincante que nos jugó limpio y quemarla. Nuestros “genios mercadólogos” se atribuyen el derecho de burlarse de los alemanes diciendo que “probaron el chile nacional” (sí, te señalo a ti, Ancho Reyes) o diciendo que los mexicanos “tenemos más huevos” (Tecate)… seguro hay miles de ejemplos más pero no vale la pena ni buscarlos. Que ridículos nos vemos con esa actitud de “me la pelan y soy bien chingón” cuando sólo ganamos un partido y durante los últimos 55 minutos del mismo nos la pasamos rezando que no pasara lo que todos sabíamos que era probable que pasara. Nos caería muy bien un gramo de humildad… sólo un gramo. El buen ganador sabe reconocer y valorar a sus contrincantes. Humillar no nos hace mejores y mucho menos cuando no tenemos las tablas para hacerlo. Nos mostramos novatos, débiles e infantiles.
  • Porque si nuestra niñez tiene pocos héroes, los que tiene deberían mantenerse a estándares más altos. Si bien respondiendo a morbo y sensacionalismo en muchas ocasiones, creo que de raíz es correcto recriminar y señalar como inaceptable la indisciplina mostrada por la Selección Nacional previo al inicio del mundial. Cuando nos desilusionamos y enojamos con los futbolistas por asistir a una fiesta con escorts, estábamos en lo correcto. Un deportista que porta los colores de su país, lo representa y esto debería de ser razón de orgullo. Suficiente razón para saber que debe asumir un compromiso hacia su nación y conducirse a la altura de un profesional. Cuando Andrés Guardado justificó el acto diciendo “Antes de jugadores de futbol somos personas y como personas tenemos derecho a hacer con nuestras vidas lo que queramos en los tiempos libres”, recibió el respaldo de su Director Técnico. ¡Ridículo! Le deberían de haber quitado el micrófono en cuanto esas palabras salieron de su arrogante boca. Como figuras públicas y representantes de México ante el mundo, los seleccionados nacionales deberían de ser más responsables y los deberíamos empujar a serlo, pero después del resultado ante Alemania, todo está perdonado. Las escorts quedaron en el olvido… es más, cómicamente decimos “mándenles más”, atribuyendo el resultado a su indisciplina. Que rápidos somos para olvidar después de un gol.

Ojalá México siga ganando y logre mucho en este mundial. Después de ver como asumimos la victoria contra Alemania, me queda claro que necesitamos tener mucha más práctica para aprender a ganar.

Mexican Culture and the World Cup

Standard

Here is a link to a recent on AQBlog article of mine, titled “Mexican Culture and the World Cup“, published on Jul 2nd, 2014.

Please feel free to visit and comment.

Here is a verbatim copy of it in case you prefer to read it on my personal blog, though I recommend actually going to the site because of additional content, other blogger’s articles, etc.

The World Cup is a lot more than just soccer. It is a global celebration and in many regards, a showcase of cultures, not just from the host country but from all nations participating in it.

While Mexico did not become the World Cup soccer champion in Brazil, international media sources did call it the  champion of social media, as one of the nations with some of the most social media chatter and memes during the tournament. The flourishing of social media has made Mexico renown in all corners of the globe, in ways that traditional media has not.

Unfortunately, not all of our portrayals are positive. During Brazil 2014, some Mexican fans chose to display their “cultural humor” in ways that could be considered hateful or homophobic—including taunting goalkeepers by calling them “puto,” a derogatory term used frequently at soccer matches in Mexico. The Fédération Internationale de Football Association (FIFA) even opened up an investigation to evaluate if the Mexican soccer federation should be fined for promoting discrimination through the use of this taunt (in the end, FIFA decided against it, determining that the federation could not be held liable for spectators’ conduct).

More relevant than the debate over  FIFA’s decision about the chant is the fans’ reaction to it. Instead of questioning the use of the word and our projection of Mexican culture to the world, many Mexican soccer fans decided to bask in the glory of their ability to insult others.

Mexican media headlines glorified the offensive chant; we created hundreds of memesmaking fun of FIFA, and the fans attending a subsequent Mexico match intensified the use of the slur. While some prominent Mexicans—like actor Diego Luna and journalist Álvaro Cueva—spoke out publicly against the offensive slur, the message from many Mexican soccer fans was clear: we don’t care what FIFA thinks, we are going to amuse ourselves by insulting opponents on the international stage.

At times, the Mexican government has had to intervene on behalf of its misbehaving fans. In the 1998 World Cup in France, a Mexican tourist extinguished the eternal flame burning under Paris’ Arc de Triomphe by urinating on it causing an international uproar that ended with a formal apology from the Mexican Minister of Foreign Relations. In South Africa in 2010, a Mexican fan who had spent more than $7,700 on his flight to South Africa, lost the chance to see his team play after being arrested for placing a large sombrero and zarape on a statue of Nelson Mandela. Since this act was taken as an international offense, the Mexican Foreign Ministry had to step up, once again, and apologize to its counterpart in South Africa.

These types of stories are not exclusive to the Brazil 2014 World Cup—nor is offensive behavior exclusive to fans from Mexico. Despite FIFA’s “Say No to Racism” campaign, a man with neo-Nazi markings ran onto the field during the match between Germany and Ghana—where some German fans were seen in blackface—and some Russian and Croatian fans were seen holding anti-Semitic and neo-Nazi banners.  “Hooligan culture” has a long history in many soccer-loving countries.

Mexican culture has always been synonymous with celebration, joy and festivities. We are globally considered free-spirited and happy, and that’s ok. But there is a fine line between being free-spirited and being unruly. When we celebrate and cheer on examples of cultural insensitivity  during an international event such as the World Cup, we should really think about the type of culture Mexico wants to show the rest of the world—and the effect that this might have on our ability to discuss subjects far more serious than a soccer tournament, such as racism and homophobia.

Mexico’s participation in this World Cup is now over and we have four long years ahead of us to build a new project for the tournament in Russia. Can we try to behave and bring less embarrassment to ourselves in the future?