Hace tiempo reseñé mi pésima experiencia al visitar por primera vez el restaurante La Bandida. Entre otras cosas, hablaba de mi la percepción de que a los regiomontanos (específicamente los sampetrinos) les importa menos que los traten mal que el asumir un rol social que los categoriza de manera diferenciada, exclusiva. Es decir “con tal de sentirme especial, diferente y élite, no me importa que me traten mal o den un mal servicio.” Mi observación era con respecto a “La Bandida” pero no era el único caso en este nuevo espacio llamado “Main Entrance” que se presentó inicialmente como el nuevo “lugar nice” de San Pedro.
La burbuja de la novedad de Main Entrance al parecer ya reventó. El viernes pasado asistí a este lugar y la menor afluencia que hace algunos meses era notable. Sigue siendo uno de los lugares favoritos de los sampetrinos para ir a cenar en fin de semana, pero ya no parece antro retacado de gente. Caminar entre restaurantes ya no es una carrera de obstáculos. Excelente para mis gustos.
Pienso que la baja marginal en demanda permitirá que la administración de los restaurantes en este espacio se den cuenta de que no pueden valerse sólo de la novedad para atraer negocio sino que tendrán que encontrar fórmulas para aportar una mejor propuesta de valor. En la industria restaurantera el elemento crítico para hacer esto, es el servicio. Definitivamente la calidad de la comida juega un rol básico PERO el servicio es el driver principal.
Cuando critiqué el pésimo servicio de La Bandida, recibí comentarios duros de algunos visitantes a este espacio (sospecho que uno de ellos era el dueño del restaurante), diciendo que debería de apoyar en lugar de criticar. Los comentarios en su mayoría no tenían sustento, ya que mi reseña de La Bandida simplemente describía un lugar que poco aportaba para sus comensales: la comida sin sazón y cara, el servicio inexistente, el lugar incómodo.
Por razones alternas a la demanda por sus servicios pero con un delicioso tinte de justicia poética, el tiempo me dio la razón y hoy los bandidos de La Bandida ya no ocupan un lugar en Main Entrance. En su lugar, llega un nuevo restaurante que deja en claro que el éxito se puede lograr con una propuesta sencilla y simple siempre y cuando cuidas aquello que más importa: un servicio impecable. La siguiente reseña la comparto con mucho gusto en reconocer cuando las cosas se hacen bien. La dedico a la extinta Bandida, cuyo inevitable deceso se adelantó por cuestiones legales pero que igual hubiera llegado. Todavía quiero pensar que eventualmente la gente se da cuenta de cuando le venden basura y decide dejar de comprarla al identificar alternativas.
Mi primer visita a La Reynera Cocina-Cantina
Éramos un grupo de 9 personas que originalmente planeaba cenar en otro lugar del Main Entrance pero de último momento cambiamos de opinión ya que el menú no era compatible con las restricciones alimenticias de algunos de los del grupo. La primera pareja en llegar al restaurante original se había adelantado y pedido su comida, lo cual podría haber presentado un problema ya que normalmente los restaurantes no te permiten ingresar comida de otros establecimientos. Se la jugaron y pidieron que su orden se las entregaran para llevar.
Nos acercamos a La Reynera, vimos el menú que no es extenso pero tiene suficientes variantes para satisfacer los gustos de los regiomontanos en un amplio espectro. En algunos sentidos el menú se asemeja al de La Nacional, pero donde La Nacional se enfoca en carnes rojas, La Reynera aventura un poco más e incluye algunos platillos con camarones. Reitero, llegamos al lugar sin tener reservación y el capitán y meseros inmediatamente nos dieron bienvenida. Acomodaron un espacio para que estuviéramos más cómodos y nos invitaron a tomar asiento.
Mi amigo explicó al capitán que él ya había pedido su comida de otro restaurante y que quería traerla para comer en La Reynera. No sólo el capitán le mencionó que no sería ningún problema, sino que le pidió el dato de qué restaurante era y a nombre de quién estaba la orden para que él personalmente fuera al restaurante a recoger la comida. Minutos después, el capitán llegó con la orden de mi amigo empacada para llevar y con $6 pesos de cambio que el otro restaurante no había entregado previamente. Dado que el resto de nosotros apenas estábamos ordenando, el capitán ofreció guardar la comida de mi amigo en su cocina y traerla con el resto de los platillos asegurando que estuviera todavía caliente. Incluso ofreció servirla en los platos de la casa, dividida en dos ya que mi amigo había pedido el platillo para compartir con su esposa.
En cuanto nos sentamos, un mesero con notable amabilidad nos ofreció bebidas, incluyendo recomendaciones de varios martinis y el portafolio de cervezas que tenía disponibles. Olvidó mencionar que tenían Sol Cero, una cerveza sin alcohol y excelente alternativa para quienes están a dieta, ya que sólo contiene 42 kilocalorías… Sin embargo, cuando le pregunté si la tenían afirmó que sí así que le pedí una. A menos de un minuto regresó para decirme “con una disculpa, le voy a quedar debiendo la Sol Cero porque sí la tengo pero acaba de llegar y recién la metieron al refrigerador. Todavía está al tiempo. ¿Le puedo ofrecer una Tecate Light?” Con una sonrisa le contesté que no se tenía que preocupar y que podíamos resolver el tema de que estuviera al tiempo la Sol Cero porque se me había antojado una michelada, que podría traer en un tarro con hielos y no tendría problema utilizar la Sol Cero al tiempo. Mi sorpresa llegó un par de minutos después cuando el mesero regresó con una Sol Cero helada y diciendo “como quería Sol Cero y no teníamos fría, fui corriendo al Seven-Eleven compré un six frío ahí.” Inmediatamente después trajo un tarro con mezcla para michelada y debo decir que sabía deliciosa. La calidad del producto definitivamente pesaba, pero creo que el nivel de servicio detrás de que pudiera estar disfrutando de la bebida que yo quería, hacía toda la diferencia.
Por una cuestión médica, mi esposa tiene actualmente una dieta en la que tiene que evitar platillos grasos y teniendo un paladar muy selectivo, estaba teniendo algunos problemas para identificar lo que pediría para cenar. Indagó con el mesero quien ofreció preparar un platillo que no estaba en el menú pero que cubría ambos sus gustos y las restricciones ya mencionadas.
Yo pedí un atropellado (que es una entrada y no un plato fuerte) a lo que el mesero me dijo “le voy a hacer una mejor recomendación ya que no tiene tanta hambre. ¿Qué le parece si mejor le traigo un molcajete de chicharrón de rib-eye? Viene mejor servido que el atropellado, con guacamole y está muy rico.” Acepté la propuesta y debo decir que fue muy atinada, ya que el platillo venía muy bien servido, de excelente calidad y a un muy buen precio.
El resto de los del grupo coincidió conmigo en torno a la calidad de su comida. Algunos de los comentarios que compartieron incluían “este lugar sí está para volver”, “un excelente servicio” y “que diferencia de cuando era La Bandida.” Durante toda la noche y con cada interacción con los meseros y el capitán, me pude dar cuenta que en Main Entrance, la mayor ventaja competitiva que tiene La Reynera, es su orgullo por hacer las cosas bien y rendir un excelente servicio. Da gusto cuando surgen lugares así.
Ya había visto en el menú que los precios de la comida no eran excesivos, pero en muchos establecimientos lo que hacen es desquitarse con la bebida, particularmente con el alcohol. Al llegar la cuenta vi que el precio de la cerveza estaba incluso por debajo de lo que hubiera esperado y el monto total de la noche alcanzó un total de aprox. 20% menos de lo que normalmente gasto al salir a restaurantes de similar nivel.
Quiero volver a La Reynera y probar más platillos para seguir confirmando la calidad de su menú y para verificar que el nivel de servicio se mantiene después de haber cumplido su ciclo inicial (con la rotación de personal tiende a descuidarse el tema de capacitación en los restaurantes y la calidad del servicio puede bajar). Dado que el resto de los establecimientos en el Main Entrance llevan más tiempo y ya han creado su audiencia regular, La Reynera puede que vaya contra corriente pero si se mantienen como hasta ahora, no me queda duda que en poco tiempo tendrán mayor demanda. El reto será seguir siendo igual de dedicados y mantener el su compromiso por el servicio cuando tengan casa llena.
Una última recomendación para los dueños del establecimiento: quiten las fotografías que indican damas/caballeros de las puertas de los baños, ya que son las mismas que tenían los bandidos de La Bandida y no le hacen justicia a la buena oferta que ahora tienen con La Reynera.
Felicidades a La Reynera por este buen inicio. A los lectores de este espacio les recomiendo este lugar ampliamente. Bandidos de La Bandida: pasen a su ex casa para que aprendan de quienes sí saben hacer las cosas bien.
Calificación. Servicio: 110/100. Calidad de alimentos: 95/100. Variedad de platillos: 85/100. Bebidas: 110/100. Experiencia en general: 95. CLARO QUE VUELVO.
Para mis lectores acostumbrados a leer sobre política y para los que prefieren digerir irreverencias, no se preocupen. No tengo intenciones de volverme una nueva Cony Delantal ni nada por el estilo. Es sólo que cuando recibes buen servicio, dan ganas de gratificarlo.
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